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Los thargoides

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Contacto humano-thargoide

Los Thargoides son una raza no humana que siempre se ha mostrado hostil con la humanidad.

EI primer encuentro registrado con una nave Thargoide tuvo lugar en 2849, aunque creemos que se produjeron encuentros previos nunca documentados. En los años siguientes se registraron contactos intermitentes con naves Thargoides solitarias.

La humanidad luchó contra los Thargoides en el siglo XXXII, pero, durante muchos años, apenas se recogió información sobre el conflicto y resulta difícil diferenciar los hechos reales de las historias que relataron los medios sensacionalistas de la época.

Las dudas tampoco se despejaron cuando, en 3303, se hallaron bases abandonadas de la División de Reserva Naval Intergaláctica. En el año 3193 se creó INRA, una iniciativa conjunta del Imperio y la Federación, desarrollada con el objetivo de investigar a los Thargoides y desarrollar tecnologías que contrarrestaran sus ofensivas. Debido a su falta de transparencia, los detalles de sus investigaciones no vieron la luz hasta años después de su disolución.

Prácticamente todos los datos fiables de los que disponemos sobre los Thargoides proceden de las instalaciones de INRA. Estos datos, en un principio confidenciales, se desclasificaron en 3304, de acuerdo con una resolución del gobierno federal y un decreto imperial. Sin embargo, el apoyo y la financiación de INRA siguen generando controversias.

Sociedad

INRA descubrió que la sociedad Thargoide se organiza en colmenas divididas en tres categorías principales: reinas, princesas y zánganos. Las reinas tienen la función de reproducirse, mientras que los zánganos contribuyen a mantener un entorno favorable para el resto de la colmena. Las colmenas pueden alcanzar tamaños increíbles, aunque es probable que algunos de los grupos de mayor tamaño que se hayan observado sean, en realidad, múltiples colmenas superpuestas. De todos modos, apenas se dispone de información certera.

Las reinas son tan inteligentes como el humano medio; los zánganos, por su parte, poseen un nivel de inteligencia más reducido. Las pruebas sugieren que la esperanza de vida de las reinas es extremadamente larga, de cientos e incluso miles de años. Sus neurocráneos presentan tamaños tan diferentes que se cree que podrían ser indicadores de la edad de la reina.

Apenas se dispone de información sobre la propagación de los Thargoides, pero es probable que las reinas puedan reproducirse tanto sexualmente (con otras reinas) como asexualmente. Existe la teoría de que la reproducción asexuada produce zánganos, y la sexual, nuevas reinas. Tras analizar los especímenes Thargoides, los investigadores de INRA conjeturaron que las nuevas reinas o «princesas», debían producir zánganos propios antes de ser consideradas verdaderas reinas. También sostenían que todas las reinas compartían un mismo género.

EI hecho de que los Thargoides se reproduzcan de manera asexuada significa que su población puede expandirse a gran rapidez, aunque creemos que limitan deliberadamente su tamaño para no agotar los recursos disponibles. Existen pruebas que apuntan a que, en alguna ocasión, han reducido su población sacrificando a los zánganos más viejos.

Las pruebas realizadas por INRA indican que las reinas perciben a los zánganos como sujetos totalmente prescindibles, quizá por la facilidad con la que pueden ser reemplazados. De hecho, a una reina Thargoide parece importarle tanto la muerte de un zángano como a un humano que se le caiga una pestaña.

Comunicación

Durante los primeros años de interacción entre humanos y Thargoides existió la creencia de que los Thargoides contaban con algún tipo de comunicación extrasensorial. Sin embargo, hubo que esperar a que aparecieran los registros de INRA para despejar las dudas.

EI profesor Uri Anslow, de INRA, sostenía la teoría de que una reina podía comunicarse con los zánganos de su colmena mediante una señal electrónica de amplia gama, y utilizar dicha señal para controlarlos e incluso compartir sus aportaciones sensoriales. Los análisis de las grabaciones realizadas en el campo de batalla sugieren que los Thargoides mantienen algún tipo de comunicación prácticamente instantánea, mientras que la presencia de ruido de baja potencia en zonas ocupadas por los Thargoides indica que se comunican a través de señales electrónicas de corto alcance. EI profesor Anslow sostenía que una reina podía ver y oír con eficacia a través de los zánganos. Sus coetáneos, más escépticos, consideraban que estas afirmaciones carecían de fundamento. EI profesor Ishmael Palin, uno de los principales teóricos Thargoides de la galaxia, incluso llegó a afirmar que Anslow sólo buscaba su momento de gloria.

Sabemos que, en presencia de humanos, los Thargoides emiten chasquidos cortos y secos con sus piezas bucales, acompañados por siseos y zumbidos ocasionales. Se ha observado que también utilizan estos sonidos para comunicarse entre sí, aunque con mucha menor frecuencia. La profesora Alba Tesreau, cofundadora de la iniciativa conjunta de superpotencias Aegis y especialista en comunicación entre especies, tras estudiar los registros de audio de INRA, llegó a la conclusión de que los sonidos representaban algún tipo de lenguaje, debido a la repetición de ciertas combinaciones sonoras.

No se sabe por qué los Thargoides a veces recurren a la comunicación oral, cuando pueden comunicarse de forma extrasensorial. Al advertir que solían emitir sonidos antes de luchar, el profesor Anslow planteó la hipótesis de que su objetivo era intimidar a enemigos y oponentes.

Se ha observado que las naves Thargoides emiten una compleja variedad de sonidos y que, en ocasiones, cambian sutilmente de color. No se ha podido determinar el significado exacto de estas conductas, pero parecen corresponder a diferentes estados emocionales. Tampoco se sabe si estos sonidos los produce el piloto y los amplifica la nave o si los emite la propia nave, Si los sonidos los originara el piloto, significaría que existe algún tipo de conexión fisiológica entre el piloto y la nave. Sin embargo, teniendo en cuenta la sofisticada que es la bioingeniería Thargoide, es posible que los sonidos los emita la propia nave y, por lo tanto, que estas sean capaces, en cierta medida, de sentir y comunicarse.

Los cascos de las naves Thargoides suelen estar adornados con un símbolo concreto, cuyo significado desconocemos. Algunas hipótesis sostienen que podría hacer referencia a un grupo familiar concreto o, quizá, indicar su rango.

Fisiología

EI conocimiento humano de la fisiología Thargoide dista mucho de ser completo, pero los datos de INRA aportan cierta información sobre su naturaleza.

Según los registros de INRA, el Thargoide medio tiene un tamaño mayor al del humano y una apariencia insectoide. Su biología se basa en el carbono y usa una codificación similar al ARN para la información biológica. Sin embargo, su química se basa en el amoníaco y no en el agua. Esto significa que los Thargoides pueden sobrevivir largo tiempo en entornos gélidos con temperaturas de -80 0C, pero no en entornos cálidos en los que se superen los 45 0C.

Según las notas recopiladas por el doctor Peregrine Henig, investigador de INRA, los Thargoides pueden sobrevivir durante un tiempo significativo en el vacío con relativa comodidad, y toleran la radiación y el frío extremos durante mucho más tiempo que los seres humanos.

Vulnerabilidades

En 3151, INRA desarrolló un arma biológica llamada virus micoide, para usarla contra los Thargoides. Este virus fue el resultado de un descubrimiento accidental realizado por un investigador de INRA, que advirtió que una cepa de hongo lograba prosperar en los cascos de las naves Thargoides y parecía digerir el material con el que se habían construido.

INRA refinó la cepa y empezó a experimentar con Thargoides vivos y con sus naves. EI micoide demostró tener efectos nocivos en ambos, lo que permitió la rápida eliminación de los Thargoides activos en el espacio ocupado por humanos.

Sin embargo, se cree que, desde el último conflicto, los Thargoides se han vuelto inmunes al virus micoide.

Naves espaciales

En términos de estructura y función, las naves Thargoides no tienen nada en común con cualquier estructura que haya creado la humanidad y pueden desplazarse por el hiperespacio de formas que no acabamos de comprender. Además, son parcialmente orgánicas, por lo que pueden repararse automáticamente —o curarse— con el tiempo.

Al parecer, el funcionamiento de la nave y su capacidad para regenerarse dependen de lo que se conoce como el corazón Thargoide: un órgano biomecánico hallado en cantidades variables en distintas naves Thargoides. Estos corazones suelen sobrevivir a la destrucción de la nave, lo que permite recuperarlos. Sin embargo, se pueden dañar si se utiliza el arma adecuada. Son tan corrosivos que, para transportarlos de forma segura, se requieren contenedores especiales.

Las naves Thargoides que han sufrido daños en combate presentan diseños similares a cicatrices. La tecnología Thargoide es lo bastante sofisticada para reparar estos daños, por lo que creemos que los Thargoides conservan dichas cicatrices de forma deliberada.

Los registros de INRA documentan un encuentro con una nave nodriza Thargoide, muchísimo más grande que cualquier otra nave Thargoide, contra la que se usó con éxito eI virus micoide. Sin embargo, no existen informes recientes sobre naves similares.

Estructuras

Docenas de planetas del espacio ocupado por los humanos están sembrados de percebes Thargoides. Estas estructuras extraen los recursos biológicos y convierten los minerales en meta-aleaciones, un componente clave para la creación de vehículos y tecnología Thargoide. Todavía no se han confirmado las teorías que sostienen que los Thargoides diseñaron genéticamente estos percebes.

También se han descubierto estructuras de mayor tamaño, conocidas como emplazamientos de superficie Thargoides. Estos emplazamientos suelen constar de una estructura en espiral sobre la que descansa un cráter superficial, bajo la que se extienden una serie de túneles. En el centro de esta red subterránea hay un dispositivo que, una vez activado, emite un mapa estelar holográfico. Los emplazamientos están vigilados por entidades biomecánicas semiconscientes llamadas carroñeros.

Guerra con los guardianes

Los registros arqueológicos han revelado que la extinta civilización no humana de los Guardianes tuvo un conflicto con los Thargoides hace varios millones de años.

Los datos recuperados en los yacimientos de los Guardianes indican que los Thargoides fueron los agresores en este conflicto. Al parecer, se consideraban los dueños del territorio porque, muchos años antes de que emergiera la civilización de los Guardianes, habían sembrado el espacio de los Guardianes con construcciones biomecánicas para extraer sus recursos. Los Guardianes intentaron comunicarse con los Thargoides y llegar a un acuerdo, pero no lo lograron.

Durante el transcurso del conflicto, los Guardianes desarrollaron nuevas tecnologías para imponerse a los Thargoides. Al parecer, estas tecnologías fueron efectivas y obligaron a los Thargoides a retirarse.

Agenda

Los Thargoides no atacan de forma indiscriminada, y su elección de objetivos demuestra que son muy inteligentes. Han ejecutado ataques dirigidos contra instalaciones de Aegis y atacado a pilotos que transportaban objetos Thargoides en sus bodegas de carga. Esto indica que saben que están siendo estudiados y desean detener el proceso. Sin embargo, a pesar de su manifiesta inteligencia, no parecen interesados en mantener ningún tipo de comunicación relevante.

EI ingeniero Ram Tah, que ha investigado a los Guardianes a fondo y su guerra contra los Thargoides, considera que la agresividad de los segundos es producto de su territorialismo. Siembran un área con percebes para reivindicar su propiedad y regresan —a veces varios siglos más tarde—, para cosechar los recursos. Consideran enemiga a cualquier forma de vida lo bastante avanzada para competir por eI territorio y la eliminan de inmediato.

EI profesor Palin comparte esta opinión y añade que los Thargoides están tan decididos a eliminar cualquier amenaza para su supervivencia a largo plazo que no tolerarán la presencia de ninguna especie avanzada en las proximidades.

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